Viendo a los chavales y chavalas de hoy en día cargados con sus mochilas y sus
carritos, me viene a la memoria nuestros antiguos libros de texto.
En aquellos años cuarenta, eran poco más o menos una enciclopedia, un libro de
lectura, un cuaderno de caligrafía, una pizarra, tiza, pluma y lapicero y un catecismo.
En Cristo Rey no corríamos el riesgo de padecer escoliosis, pues era la enciclopedia, las lecturas y el catecismo para dos y guardados en el pupitre.
Dentro de mi familia ya he conocido tres casos de problemas con la columna por
el peso de los libros y problemas económicos por el precio de esos libros, que
casi nunca los terminaban del todo.
En Cristo Rey creo recordar si la memoria no me falla, que teníamos las Enciclopedias de Dalmau Carles, cada clase el grado que le correspondía.
Las de Edelvives las usábamos en mis colegios anteriores.
De la caligrafía se encargaban los cuadernos de Rubio y de la religión el
catecismo del Padre Ripalda.
Antes de entrar yo, el Padre Espiritual Francisco
Herrero, que era el encargado de la catequesis, prefería el catecismo del Padre
Astete S.J. (Gaspar Astete).
Durante mi estancia, tanto el Padre Balbona como el Padre De La Fuente,
preferían el del Padre Ripalda.
Los cuaderno caligráficos de Rubio, yo no llegue a utilizarlos, porque cuando
ingresé en Cristo Rey, ya sabia leer y escribir bastante bien y fui durante esos
años, de 1945 a 1948 uno de los encargados de pasar a limpio los trabajos de
clase.
Las enciclopedias tocaban todas las asignaturas: Gramática, Aritmética,
Geografía e Historia. Aparte teníamos un libro de Historia Sagrada para la
religión.
En gramática lo que más molaba eran las lecturas y sobre todo las fábulas, como por ejemplo la de la mona:
"Subió una mona a un nogal, y cogiendo una nuez verde, en la cáscara la
muerde lo que le supo muy mal.
Arrojola el animal y se quedo sin comer".
Esto suele suceder a quien su
empresa abandona cuando encuentra, como la mona, al principio un que
vencer".
Al igual de la conocida fábula de Las moscas y el panal.
En aritmética, como no recordar la cantinela usada para la tabla de multiplicar.
Recuerdo una canción de la época:
"Niños que vais a la escuela
y tenéis dificultad para aprender de memoria
la tabla de multiplicar.
Si queréis un consejo, Maginet os lo dará:
aprended a cantar y sabréis
multiplicar.
Siete por siete, cuarenta y nueve.
Siete por ocho, cincuenta y seis.
Siete por nueve, sesenta y tres.
Y el que no lo sepa, es que tonto es." |
Geografía era una de las asignaturas por mí preferidas. Me encantaban sobre todo los países, sus capitales, sus escudos y banderas.
En historia no se pueden olvidar la lista de los 35 Reyes Godos, que teníamos que aprender de memoria y que, sinceramente, no servia para nada.
En esta asignatura, era de destacar el hincapié que hacían los libros sobre
Isabel la Católica y Cristóbal Colón.
Aparte de las enciclopedias, teníamos en las clases más adelantadas, un libro
titulado "Fábulas educativas", (Yo creo recordarlo más como "Lecturas Ejemplares") de Ezequiel Solana.
De este libro, todavía recuerdo las siguientes:
"Haciendo un largo camino, un muchachuelo baturro,
iba detrás de su burro en demanda de un molino.
Llegó, por fin, y ligero, de las gentes con asombro,
cargó la talega al hombro y la llevó al molinero.
En tanto que la turbina del agua azotada vuela
y con rapidez la muela convierte el trigo en harina,
sale del portal el chico, y con un cacho de teja
sobre la pared bosqueja la planta de su borrico.
Un forastero que goza viendo tanta habilidad,
ven, le dice, a la ciudad, ven conmigo a Zaragoza.
Prendas tan sobresalientes Lujan educó con celo,
y pronto aquel muchachuelo fue el pintor Goya y Lucientes.
De un muchacho esta ocasión, hizo un genio esclarecido.
¡Cuantos genios se han perdido por falta de educación!". |
Otra de la lectura que recuerdo, puede que por citar mi nombre es la siguiente:
"Una tarde, Fernando, horas enteras se pasó llorando.
y su madre, afligida, le mimaba temiendo por su vida.
¿Quieres pan, hijo mío? - No; ¡que está duro y se lo tiro al río!.
¿Quieres que te haga un huevo? - No; ¡que comidos más de veinte llevo!.
¿Quieres torta y manteca? - No; ¡que la torta es demasiado seca!.
¿Quieres pastel, Fernando? - No; ¡ que es pequeño y demasiado blando!.
Y su madre, que lo ama, le pegó una zurra y lo metió en la cama.
En ciertas ocasiones, las zurras valen más que las razones".
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Unos maravillosos libros que nos educaron y entretuvieron.
Recuerdo que parodiando el catecismo, decíamos:
"Los enemigos del alma son tres: Pardo, Bernáldez y Aragonés".
Posteriormente, puede que los libros fuesen de la Editorial álvarez de Valladolid.
Se me olvidaba las charlas que nos colocaban sobre los valores nacionales,
estas impartidas por gente de Falange.
Un saludo a todos y que pasemos pronto esta epidemia de Coronavirus,
sintiendo mucho la anulación de la excursión a Belmonte.
Otra vez será.
Fernando
Martínez González
Marzo de 2020
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